miércoles, 21 de marzo de 2012

Mi regreso al Domingo de Ramos

Domingo de Ramos, 5 de la tarde se abren las puertas de nuestra parroquia alcoreña y, bajo un intenso sol, aparece por el dintel de la puerta una cruz, cruz que nos guía y nos hace ver que ya llegó, llegó el día. Tras ña cruz se ven hileras de palmas, túnicas blancas y bajo una de ellas, un niño que a pesar de su corta edad, no consentía que su madre le quitara el capirote para darle agua, sus palabras eran "No me lo quites, ¡voy de penitencia!" Y así hacía el recorrido completo en su sitio, menos en los últimos compases de éste, su Domingo de Ramos, que se "mudaba" al último tramo donde iban sus primos mayores con los que les gustaba realizar la última parte del recorrido, para estar más cerca de Él. Devoción de un niño que le venía de familia, ya que sino fuese por una persona muy importante en su vida, este niño no habría conocido la Hermandad, pero su tío quiso llevarle por el buen camino y desde muy pequeño le llevaba a los ensayos de la cuadrilla de costaleros, ensayos interminables bajo un frío acusado pero que a éste niño no importaba.
El niño creció y las circunstancias cambiaron e hicieron que se separara de la Hermandad y todo lo que concierne a ella, pero solo físicamente, porque nunca dejó de pertenecer a ella y llevarla muy dentro.
Ha pasado más de una década desde lo relatado y, éste Domingo de Ramos venidero volverá a vivir un Domingo de Ramos en Hermandad, con su Hermandad, volverá a ver abrirse las puertas de la parroquia desde dentro para verle salir a Él, y salir con Ella, y llevarla a la Gloria con su Hijo y Reina la Paz en el cielo, volverá a esos Domingos de Ramos de antaño y trabajará bajo el palio de la Divina Señora y Reina de la Paz para que derrame su belleza y dulzura solo como Ella sabe hacerlo.

¡Al cielo con la Reina de la Paz!

Juan Antonio Rodríguez Salvat

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